Netflix, la asfixia de convivir y las parejas tontas.

Netflix y el nuevo movimiento de las series vinieron en rescate de muchos matrimonios y noviazgos. Justo en ese momento adecuado cuando la pareja ingresa en el esperpento de la rutina, lo predecible y la horrible monotonía. El sexo ya es exótico y poco frecuente o tal vez se mantiene en su ritmo, no lo sabemos, las parejas contemporáneas nunca reconocerán nada. Este momento en donde comienzan a aflorar las peores conductas humanas propias de la convivencia.

Ese momento cuando la mujer empieza a notar que ese zambo desagradable finalmente no era nada especial o único (tal como se lo ha vendido a las amigas para aparentar). Es simplemente un colombiano promedio, lleno de mañas, machista solapado, perezoso, con barba y bicicleta, oficinista aparentón y arribista, mediocre en sentimientos y egoísta en nombre de sus particulares intereses escondidos listos a brincar como un animal salvaje.

O cuando él se da cuenta que su novia o esposa no es especial y única como mentirosamente se lo repitió, ya se dio cuenta que es una tonta con el discurso vacío de "querer una familia" pero que grita arribismo por cada poro, la etapa de la fascinación por su belleza ya se enfrió, quedó una oficinista con las ridiculeces propias de la mujer actual: posuda, anhelando pertenecer a un estrato superior, endeudada, que mira con celos al esposo de su amiga la que también ha vendido una imagen falsa de felicidad. Todo configura un 8, el símbolo de lo infinito. Los comportamientos repetidos sin fin asfixiantes.