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LA FELICIDAD ES UNA ENFERMEDAD (COMO EL AMOR Y LA RELIGIÓN).

La felicidad es muy chévere, sí. Pero vivimos tan engañados de lo que realmente nos pone felices. No lo voy a repetir porque me vuelvo monotemático, solamente quiero decir que la “felicidad” actual es una enfermedad; Zozobra, inestable, inmediata, vacía, pueril, superficial, acomodada, postiza, etc. La felicidad es un estado del ánimo muy particular porque actúa como una droga dañina, ¡igualito!.


Nos pone feliz consumir más o encontr


ar otra persona que nos aguante lo ridículos que somos en las circunstancias mas banales de la vida, como un empleo, un carro, una opinión, un hijo, un posgrado, un viaje… Puras pendejadas si lo analizamos en contexto. Estamos viviendo en el infierno de la sobreestimulación en todos los aspectos posibles, la intimidad y el respeto propio ya se acabó. La felicidad pues es una droga que atonta y que está relacionada con otro tipo de adormilamiento similar como estar enamorado o la religión. Las tres operan en nuestro cerebro de la misma manera, ¡qué impresión!.


La religión de hoy en día evolucionó a la par del consumismo y del espectáculo, ya no es un acto espiritual sentarse a rezar u orar, ahora es con show de luces apelando a la histeria colectiva mientras la gente paga por eso, por orar. Las iglesias son discotecas, el pastor se para a dar mensajes obvios y la lavada de cerebro se manifiesta en que la persona abandona la razón. No soy ateo y fui a iglesias muchos años y la pasé bien, pero leer las fortunas amasadas por los que mercadean la fe me pareció vulgar, peor aún, ver a las personas tan desagradables que asisten a las iglesias a arrodillarse y salir a defender a Uribe o a pedir muertos, fue ya la tapa y generó toda una cadena de odio en mí. El “Cristiano” perdió mi respeto y se ganó mi asco. Pero no todos son así, hay unos peores.


Por otro lado, el amor… sentir esa apremiante necesidad biológica también es una droga que atonta. Malas decisiones, sufrimiento, hombres amansados, aguevados, mujeres aprovechadas, infieles, violencia… el amor nos vuelve vulnerables, autómatas. Renunciar a la razón (como los cristianos) y abrirle las puertas a la irracionalidad, hacen del amor una fatiga innecesaria. Sin embargo, debo aclarar (aquí sí) que no todos los procesos afectivos son iguales pues hay gente buena con pene que se enamora de gente buena con vagina y de ahí no tengo nada que mencionar, solo desear que sí se reproduzcan.


La felicidad opera de la misma manera. El éxito laboral, económico, personal es una extrapolación del amor y la fe, es un “mas allá” miedoso. La felicidad de margina de lo que pasa, lo cual no parece malo, pero lo es. No es sano vivir feliz entendiendo esa felicidad como el acto egoísta de estar bien yo aunque los demás se “jodan”. La vida comunitaria no debe tener como base el egoísmo y la ausencia de conciencia. Debemos ser prudentes en la felicidad y ruidosos en la crítica.


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